Desde hace 15 años se celebra el 17 de octubre el Día Internacional contra el Dolor, y este 2019 va dedicado a los pacientes vulnerables, aquellos que además de sufrirlo no pueden expresar su sufrimiento. Hablamos con el doctor Sergi Boada, especialista de Clínica del Dolor Tarragona.
Sr.Boada, ¿percibe esta necesidad e importancia de dar visibilidad a esta patología, al dolor y al dolor crónico, mediante un Día Internacional?
Por supuesto que sí. El dolor no se ve, es invisible para quien lo sufre y para las personas de su entorno. Por lo tanto, toda iniciativa es poca para visibilizarlo y para ayudar a empatitzar con aquellas personas que lo sufren.
Este año, además el Día Internacional contra el Dolor va dedicado al paciente vulnerable donde esta invisibilidad se hace todavía más patente. Pensamos en niños, ancianos con fragilidad o demencia, o pacientes con lesiones medulares…
De hecho es una patología mayoritaria puesto que todo el mundo siente dolor en algún momento pero también hay muchos pacientes con dolor crónico. En este sentido hay 3 millones de personas en España que sufren dolor neuropático y un 77% lo sufre de manera crónica, según datos de la Sociedad Española de Neurología.
Efectivamente, hasta un 20% de la población, por lo tanto 2 de cada 10 personas, sufren dolor crónico…El dolor agudo por sí lo tenemos que concebir como positivo ya que es un síntoma de alarma que nos pone en aviso que nuestro cuerpo sufre una afectación y así poder actuar. En cambio el dolor crónico es una enfermedad por sí misma y provoca un deterioro importante de la calidad de vida de los pacientes a nivel físico, pero también emocional, que repercute en su capacidad relacional, laboral, familiar….
Ahora comentaba que se trata de una enfermedad, se concibe así, pero no está declarada todavía como tal, motivo que reivindica y solicita la Organización Mundial de la Salud, y que su alivio sea catalogado como un derecho humano….
Sí sí, evidentemente se trata de una enfermedad y hace falta que se catalogue como tal.
Dr.Boada, en su caso ¿cuántos años hace que se dedica y por que escogió esta profesión?
Soy anestesiòleg de formación des de hace más de 25 años. Cuando una persona se opera, la función principal del anestesiólogo es que pueda hacerse sin dolor durante y después de la intervención. Por lo tanto, tratar el dolor es algo inherente al trabajo del anestesiólogo.
A partir de aquí, es fácil la evolución profesional hacia el tratamiento de las personas que sufren dolor por cualquier motivo, pero fuera del ámbito quirúrgico. Por eso existen las unidades de dolor crónico, y este es el trabajo que hacemos, minimizar el sufrimiento de dolor crónico…. Conseguir reducir el dolor de las personas que lo sufren es algo que produce mucha satisfacción como médico y también como persona.
Antes lo avanzaba, este año el Día Internacional contra el Dolor se centra en los pacientes vulnerables, ¿cuál es la importancia?
Los pacientes vulnerables son aquellos que además de sufrir dolor tienen dificultades para expresarlo y para que les sea reconocido este dolor.
Tengamos en cuenta que el 30%-40% de niños y adolescentes entre 8 y 16 años que sufren algún tipo de dolor crónico como dolores de cabeza o dolores de estómago crónicos…se concibe por parte de los familiares como limitaciones en el funcionamiento social, mayor sensación de dependencia, tristeza.. Es algo muy duro para los familiares y el primer paso es detectar este dolor para poder tratarlo de forma multidisciplinar en las unidades de dolor pediátricas…
También es un día para visibilizar el dolor de los pacientes ancianos con disfunciones cognitivas o demencia…Tiene que ser muy duro sufrir dolor y no poder verbalizarlo, no poder expresarlo por que el cuerpo ha perdido esta capacidad de poder transmitir sensaciones o emociones…Esto requiere una formación y dedicación por parte de los profesionales que tratan estos pacientes para poder identificar el sufrimiento y poder tratarlo.
Y el tercer grupo de pacientes que hay que visibilizar son los enfermos con lesión medular. La gente cree que como han perdido la sensibilidad o la motricidad no tienen posibilidad de sufrir dolor, y es todo el contrario. A menudo son pacientes que sufren cuadros de dolor de diferente etiología y que requieren tratamiento enérgico con combinaciones de fármacos, terapias fisicas y psicológicas y procedimientos intervencionistas de dolor.
Teniendo en cuenta que estas patologías y el dolor crónico afecta la calidad de vida, el día a día, ¿hasta qué punto hay cierta esperanza o forma de paliarlo?, ¿como se sobrelleva…?
Nuestra obligación como profesionales que nos dedicamos al dolor es primero escuchar a estos pacientes, después explicar por que sufren dolor y finalmente pactar entre médico y paciente qué podemos hacer para tratarlo y reducirlo al máximo posible. Muchas veces, la mayoría, lo reduciremos pero no quitaremos el dolor y esto el paciente y familia lo tiene que saber, y muchas veces no lo escuchan.
También debe de ser necesario algún tipo de apoyo psicológico…
Es importantísimo y en las unidades de dolor crónico la figura del psicólogo clínico especialista en dolor es fundamental…
¿Cómo ha avanzado la medicina en el terreno del tratamiento del dolor?
Como en la medicina en general, los adelantos en el diagnóstico y tratamiento del dolor son imparables. En el campo de la ciencias básicas, la genética y la biología molecular sirve para definir muy bien la fisiopatología del dolor, es decir entender como se produce y por qué en el campo de la farmacología (fármacos más seguros).
En el campo del tratamiento, se ha avanzado para hacer infiltraciones seguras guiadas por imagen o aplicar técnicas de medicina regenerativa o mediante la implantación de electrodos medulares corticoides o en nervios periféricos.
Por lo tanto hay alternativas a la cirugía…
A menudo la cirugía tendría que ser la última de las alternativas, sobre todo cuando no hay unas indicaciones claras y la única indicación es el dolor.
¿Cuáles serían las técnicas más innovadoras?
Las técnicas más innovadoras y en las que se tiene que hacer un gran esfuerzo para conseguir que estén al alcance de la gente que sufre el dolor son las técnicas de neuromodulación. Es decir, la implantación de electrodos en nervios o médula para inhibir la transmisión del dolor.
Actualmente se plantea la necesidad de poner o no un marcapasos, pues un neuroestimulador sería el equivalente al marcapasos pero para dolor, y nos encontramos con grandes dificultades para que este recurso esté al alcance de la gente que sufre dolor….
Hace falta por lo tanto una apuesta económica para seguir avanzando…
Hay que insistir en la necesidad de invertir recursos para que los tratamientos de dolor costosos estén al alcance de los pacientes que lo necesitan. Los médicos estamos preparados, formados y absolutamente implicados, y es muy frustrante que todo este potencial no se ponga en marcha para hacer un bien por problemas presupuestarios.