El dolor es una experiencia sensorial desagradable que comporta a la vez una carga emocional negativa por los pacientes, es decir, a la percepción del estímulo de dolor lo acompaña toda una vivencia del dolor que puede ser todavía más perjudicial que el mismo dolor.
Dolor crónico
El dolor agudo tiene una función protectora para el organismo al avisarnos de que algo anormal está pasándole a nuestro cuerpo. El dolor crónico, en cambio, se convierte en una enfermedad en sí misma que afecta el 20% de la población y provoca un deterioro importante de la calidad de vida de los pacientes, físicamente y anímicamente, en su día a día y su actividad. Por este motivo, a menudo se establecen de forma paralela cuadros de depresión y ansiedad. De este modo, un diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado de los enfermos con dolor crónico tiene que ser considerado una prioridad en el terreno de la salud.
¿Por qué sentimos dolor?
Esto se debe a la función del sistema nervioso. Los neuroreceptores repartidos por diferentes órganos y vísceras permiten captar el dolor periféricamente y las fibras nerviosas lo transmiten hasta la médula espinal donde el estímulo doloroso viaja hasta el tálamo cerebral primero y al córtex cerebral después, donde el dolor se hace «consciente» y le añadimos carga interpretativa y emocional.
La forma en que el organismo hace que percibamos dolor es bastante complejo y continuamente la medicina está actualizando estas bases fisiológicas con la incorporación de los estudios de neurociencia básica, genética e imagen. Hoy en día gracias a técnicas de imagen funcionales podemos llegar a localizar el dolor en el ámbito cerebral.
Evolución de la medicina del dolor
Y es que de hecho, la evolución de la medicina, los estudios y los tratamientos han sido importantes y constantes, como también la concepción de las enfermedades en sí. Por ejemplo, hasta la 2a mitad del siglo XX los enfermos crónicos eran a menudo desahuciados y muchos de ellos considerados como enfermos mentales. Es a partir de la 2a guerra mundial y con la necesidad de reintegrar a los veteranos de guerra a la sociedad, muchos de ellos con síndromes de dolor crónico, que empiezan a formarse unidades específicas multidisciplinarias a los hospitales para poderlos tratar. Uno de los precursores es el médico americano Dr. John Bonita, considerado como uno de los padres del estudio y tratamiento del dolor crónico.
Los conjuros, la magia, las oraciones y el uso del opio u otras plantas calmantes o alucinógenas han servido durante siglos para tratar el dolor desde la antigüedad. A principios del siglo XIX se consigue aislar la morfina del opio crudo y más tarde la codina y la aspirina. El descubrimiento de la anestesia general y de la cirugía aséptica posibilitó en el siglo XIX realizar algunas intervenciones neuroquirúrgicas por el tratamiento del dolor. Aún así, no es hasta partir del siglo XX cuando se realizan los adelantos más significativos en este campo.
Medicamentos y tratamientos más seguros
El avance de la farmacología ha dado lugar a medicamentos que han ganado en seguridad para los pacientes. También son importantes en este siglo los adelantos en el terreno de la neurocirurgía y el perfeccionamiento de las técnicas de inyección de anestésicos y antiinflamatorios alrededor de nervios y tejidos que generan dolor. Es entonces también cuando se empieza a tener una idea multidisciplinaria del tratamiento del dolor crónico y se aplican técnicas coadyuvantes como la hipnosis terapéutica, la psicología conductual y también la fisioterapia.
Técnicos avances
Hoy en día, contamos no tan sólo con fármacos de última generación, sino también con una serie de técnicas de infiltración nerviosa guiadas con técnicas de imagen como los rayos X o la ecografía que nos permiten llegar con precisión allí donde se genera el dolor.
También técnicas aplicadas a los nervios implicados o electrodos cercanos a la médula y en nervios periféricos, para modular o inhibir la sensación de dolor que generan. Estos electrodos hoy en día incluso los podemos controlar desde nuestro ‘smartphone’. Últimamente estamos avanzando también en el campo de la medicina regenerativa para poder avanzarnos a la degeneración de tejidos y prevenir los cuadros de dolor que se derivan.
Por lo tanto, este campo es sin duda, una continua evolución para la cual es fundamental estar constantemente actualizado.